Source: ZENIT
By Jesús Colina
Benedicto XVI ha enviado un mensaje de solidaridad tras recibir la noticia de la nueva ola de atentados contra iglesias y monasterios de Irak y ha constatado que atacar a los cristianos es atacar a todo el pueblo iraquí.
«Profundamente turbado al ser informado de los ataques contra objetivos cristianos en Bagdad, Mosul y Kirkuk», que se registraron el 6 y el 9 de enero, el Santo Padre expresa en un telegrama «su cercanía espiritual a los heridos y a sus familias».
Afortunadamente en ninguno de los atentados se han dado víctimas mortales.
La misiva ha sido enviada en nombre del Papa por el cardinal Tarcisio Bertone, secretario de Estado, al cardenal Emmanuel III Delly, patriarca de Babilonia de los Caldeos.
Benedicto XVI ha enviado un mensaje de solidaridad tras recibir la noticia de la nueva ola de atentados contra iglesias y monasterios de Irak y ha constatado que atacar a los cristianos es atacar a todo el pueblo iraquí.
«Profundamente turbado al ser informado de los ataques contra objetivos cristianos en Bagdad, Mosul y Kirkuk», que se registraron el 6 y el 9 de enero, el Santo Padre expresa en un telegrama «su cercanía espiritual a los heridos y a sus familias».
Afortunadamente en ninguno de los atentados se han dado víctimas mortales.
La misiva ha sido enviada en nombre del Papa por el cardinal Tarcisio Bertone, secretario de Estado, al cardenal Emmanuel III Delly, patriarca de Babilonia de los Caldeos.
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Dirigiéndose al purpurado, que es también presidente de la Asamblea de los Obispos Católicos de Irak, y a los arzobispos de las ciudades afectadas, el obispo de Roma «asegura su oración fraternal, mientras tratáis de ofrecer esperanza y fuerza a vuestro pueblo».
Además, el pontífice pide a Su Beatitud Emmanuel III Delly «que transmita su solidaridad a los superiores de las comunidades religiosas afectadas por estos ataques y a todos los miembros de las comunidades cristianas en Irak, católicos y no católicos».
«Consciente de que estos ataques están dirigidos también contra todo el pueblo iraquí --constata--, Su Santidad se dirige a los responsables para que renuncien a la violencia que ha causado tanto sufrimiento entre la población civil y alienta a cuantos tienen autoridad para que renueven los esfuerzos orientados a una negociación pacífica, que promueva una solución justa de las dificultades del país y que respete los derechos de todos».
El telegrama concluye asegurando las oraciones del Papa «por un regreso a la convivencia pacífica de los diferentes grupos que constituyen la población de este querido país».
El martes pasado, en Kirkuk, una bomba estalló junto a la iglesia siriaca-ortodoxa de San Efrén, dañando una pared lateral; poco después, otro coche lleno de explosivos destruía parte de la fachada de la catedral caldea del Corazón de Jesús.
El domingo pasado, se registraron otros ataques con dinamita contra iglesias e instituciones cristianas en Bagdad y Mosul. Los objetivos de los terroristas en la capital fueron la iglesia caldea de san Jorge, en el barrio Ghadir; una iglesia greco-melquita, y el convento de las religiosas caldeas en Zaafraniya.
En Mosul, los coches bomba tuvieron como objetivo la iglesia caldea de san Pablo, el orfanato de las religiosas caldeas en Alnoor y el convento de las religiosas dominicas en Aljadida.
«L'Osservatore Romano», diario de la Santa Sede, en la edición italiana cotidiana del 11 de enero, revela que el número de víctimas de la violencia es superior al calculado hasta ahora: entre marzo de 2003 y junio de 2006, en Irak han muerto 151.000 personas.
Estos datos, recogidos por el gobierno iraquí y por la Organización Mundial para la Salud (OMS), han sido publicados en la edición en línea de la revista «New England Journal of Medicine».
Dirigiéndose al purpurado, que es también presidente de la Asamblea de los Obispos Católicos de Irak, y a los arzobispos de las ciudades afectadas, el obispo de Roma «asegura su oración fraternal, mientras tratáis de ofrecer esperanza y fuerza a vuestro pueblo».
Además, el pontífice pide a Su Beatitud Emmanuel III Delly «que transmita su solidaridad a los superiores de las comunidades religiosas afectadas por estos ataques y a todos los miembros de las comunidades cristianas en Irak, católicos y no católicos».
«Consciente de que estos ataques están dirigidos también contra todo el pueblo iraquí --constata--, Su Santidad se dirige a los responsables para que renuncien a la violencia que ha causado tanto sufrimiento entre la población civil y alienta a cuantos tienen autoridad para que renueven los esfuerzos orientados a una negociación pacífica, que promueva una solución justa de las dificultades del país y que respete los derechos de todos».
El telegrama concluye asegurando las oraciones del Papa «por un regreso a la convivencia pacífica de los diferentes grupos que constituyen la población de este querido país».
El martes pasado, en Kirkuk, una bomba estalló junto a la iglesia siriaca-ortodoxa de San Efrén, dañando una pared lateral; poco después, otro coche lleno de explosivos destruía parte de la fachada de la catedral caldea del Corazón de Jesús.
El domingo pasado, se registraron otros ataques con dinamita contra iglesias e instituciones cristianas en Bagdad y Mosul. Los objetivos de los terroristas en la capital fueron la iglesia caldea de san Jorge, en el barrio Ghadir; una iglesia greco-melquita, y el convento de las religiosas caldeas en Zaafraniya.
En Mosul, los coches bomba tuvieron como objetivo la iglesia caldea de san Pablo, el orfanato de las religiosas caldeas en Alnoor y el convento de las religiosas dominicas en Aljadida.
«L'Osservatore Romano», diario de la Santa Sede, en la edición italiana cotidiana del 11 de enero, revela que el número de víctimas de la violencia es superior al calculado hasta ahora: entre marzo de 2003 y junio de 2006, en Irak han muerto 151.000 personas.
Estos datos, recogidos por el gobierno iraquí y por la Organización Mundial para la Salud (OMS), han sido publicados en la edición en línea de la revista «New England Journal of Medicine».