El “Tras las Huellas del Nazareno” que esta semana publica la Fundación EUK Mamie – HM Televisión, nos invita a volver de nuevo la mirada de nuestro corazón a Irak: al sufrimiento de los 120.000 cristianos que, en agosto de 2014 tuvieron que huir ante la entrada del ISIS en sus ciudades de origen, en la llanura de Nínive. Quizás muchos se hayan olvidado ya de esa noche terrible en la que miles de familias, cargando entre sus brazos a los niños, a los ancianos y a los enfermos, dejaron todo atrás – aceptando perderlo todo – con tal de no renunciar a su fe. Puede que les hayamos olvidado, pero para ellos la vida sigue en los campos de refugiados, cada día más dura, cada día más difícil.
El Padre Behnam Benoka comienza su intervención presentándose: “Me
llamo Behnam Benoka, soy un sacerdote iraquí de la Diócesis
siro-católica de Mosul. Actualmente vivo en Ankawa, en el Kurdistán, con
los cristianos desalojados de sus hogares en la llanura de Nínive. Soy
vicario de nuestra Parroquia en Ankawa. También doy clases de Filosofía
en la Facultad de Filosofía y Teología del Patriarcado Caldeo en Ankawa.
Y también soy el fundador y Director de dos dispensarios y centros de
especialidades médicas, destinados sobre todo a los refugiados presentes
en la Gobernación de Erbil”.
El P. Benoka explica que son más de 120.000 los cristianos de
la llanura de Nínive que debieron abandonar sus hogares en 2014, para
refugiarse en el Kurdistán, y ponerse a salvo del brutal ataque del
ISIS. Y especifica: “Según las estadísticas, tenemos a dos
mil familias que viven en containers. Otras dos mil familias viven en
casas alquiladas por la iglesia local, gracias a la ayuda de diversas
organizaciones, sobre todo organizaciones católicas. Y hay más familias,
entre 4.500 a 5.000 familias, que viven en casas alquiladas por cuenta
propia. Ellos mismos pagan el alquiler de la casa”.
No fue solo su casa, sus propiedades, su propia vida lo que
quedó atrás en esa noche de huida. Fue la historia de todo un pueblo lo
que abandonaron: “Sí, no solo la casa y la vida pasada,
también toda la historia. Porque durante siglos de historia, habíamos
plasmado, dado forma, modelado Irak. Con nuestra sangre, con nuestras
lágrimas y con nuestros sudores, por el trabajo. ¡Hemos dado tantos
mártires durante la Guerra de Irak con Irán!”
Junto a eso, hay un dolor especialmente cruel que lacera los
corazones de los cristianos iraquíes: la experiencia de haber sido
traicionados por musulmanes a los que consideraban sus amigos. Habla el P. Benoka: “Creíamos
que teníamos muchos amigos musulmanes, pero parece que no era así,
porque después de nuestro desplazamiento hacia el norte del Irak, muchas
familias musulmanes residentes ahora en Mosul y Nínive, nuestra ciudad,
cuando entraban en nuestras casa, buscaban, llamaban a las personas y a
sus amigos diciendo: «Mira, amigo. Yo soy tal y cual, estoy en tu casa,
todas tus propiedades son ahora mías»”.
Junto a esto, la vida cotidiana de estos cristianos heroicos es tremendamente dura: “Esto
por un lado, y por otro lado, la vida cotidiana de las familias es
enormemente difícil. Por lo que respecta al alojamiento, por ejemplo, tenemos
4.500 o 5.000 familias que viven en casas alquiladas por su cuenta, que
pagan ellos. Pero ahora, una gran parte de estas familias no pueden
continuar viviendo de este modo, porque no tienen dinero. Todo el dinero
que tenían se les ha terminado. Se les ha terminado porque no
encuentran trabajo. Si quieren trabajar en Erbil o en otras
zonas del Kurdistán, no es posible o hay muy pocas posibilidades. ¿Por
qué? Porque el Kurdistán ha recibido a casi 1.400.000 de refugiados
sirios. Esto es casi la misma cantidad de población kurda local, con lo
cual, la posibilidad de trabajo, es muy rara”.
La Iglesia entrega paquetes con alimentos a las familias
cristianas, pero lo que la Iglesia puede darles no llega para cubrir las
necesidades de la familia durante todo un mes. Los niños tienen que ir
al colegio, pero las familias no tienen el dinero suficiente para pagar
su transporte. Como no lo tienen tampoco para afrontar las urgencias
sanitarias. Explica el P. Benoka: “Al principio, el
gobierno daba gratuitamente las medicinas o contribuía al menos
parcialmente para que los pacientes pudieran adquirirlas. Pero, desde
hace dos meses, también ha quitado esta ayuda. Con lo cual, los enfermos
de cáncer, deben asumir todo el coste de sus medicinas. Esto supone de
quinientos a mil quinientos dólares al mes. Se trata de vida o muerte. Una pastilla puede garantizar la vida, y la falta de ella, tal vez puede ocasionar la muerte de la persona”.
Una enorme dificultad estriba en los espacios en los que
viven las familias. Provisionalmente, uno se instala donde sea. Pero al
cabo de dos años en que una familia de cuatro, cinco, ocho o incluso
diez miembros, viven apiñados en una container, el día a día se hace
tremendamente pesado. En las casas alquiladas por la Iglesia,
aunque las condiciones son mejores, el espacio y la independencia son
también enormemente limitados, ya que en un apartamento de tres
habitaciones, cada familia ocupa una habitación. En estas condiciones,
es inevitable la proliferación de piojos, de enfermedades dermatológicas
y muchas otras enfermedades, favorecidas por la estrecha convivencia y
falta de medicinas. El P. Benoka señala: “Allí se hace vida matrimonial,
vida de escuela, deben estudiar y también a veces deben recibir
huéspedes, tienen a sus enfermos, las cosas del día también están
dentro, allí hacen la comida… Esto trae una serie de problemas que, al
final, tienen consecuencias negativas sobre la persona humana, sobre
todo sobre los niños”.
Los que más están sufriendo las consecuencias del
hacinamiento y falta de condiciones dignas para vivir son los niños.
También ahí la Iglesia intenta aportar soluciones, sin medios
económicos, pero con creatividad y entrega:“La iglesia ha
intentado, con la ayuda de las organizaciones, encontrar espacios para
los niños. Tratamos de garantizar un poco de libertad en la vida
cotidiana para ellos: algún campo de fútbol, algunos espacios para
hacer actividades deportivas y educativas en la calle… Pero resulta que
el niño se siente triste, enfadado, en cuanto entra en el container o
entra en la habitación donde vive toda la familia. ¡Y más si en la
familia hay enfermos crónicos! Aquí tenemos un vero, es un reto”.
El P. Benoka nos pide reflexionar sobre el sufrimiento que
toda esta situación supone para los padres y madres de familia, sobre
los que recae el mayor peso de la responsabilidad: “Al final, ellos son los únicos responsables de la familia. Deben saber cómo enfrentarse a las situaciones y ¡esto no es fácil! Tienen sus desafíos cotidianos, y además
pensar cómo hacer de cara el futuro, para los niños, para su vida, qué
pasará… ¿Será liberada Nínive, o no lo será? ¿Nos vamos o nos quedamos?
¿Hay comida o no hay comida? Si hoy o mañana las organizaciones no nos
dan más comida, ¿a dónde vamos? ¿dónde vamos a vivir? Si el hijo se pone
enfermo, si es una enfermedad psicológica o un tumor… ¡Son las cosas
que complican de tal manera la vida y que hacen que la persona al final
explote!”
Frente a esta fuerte carga de sufrimiento físico y moral, la
fe sostiene a los cristianos en esta dura prueba y les impide
desesperar. El P. Benoka relata con sencillez la confidencia que los
miembros de una organización internacional le hicieron hace poco. Estas personas dijeron: “Nosotros
vamos a los distintos campos de refugiados donde hay sunitas, chiitas,
yazidíes, cristianos… Y vemos que hay diferencia entre la vida diaria
de los cristianos de su campo de refugiados, y lo que vemos que ocurre
en otros campos. En otros campos tienen problemas de crímenes, tienen muchos problemas graves”. El P. Benoka señala: “Aquí, no digo que no haya problemas, hay problemas, pero no son problemas de alto nivel, no son problemas graves. Son los problemas de lo cotidiano, a causa de todos estas condiciones. Yo creo que esto es gracias a la fe que tenemos, gracias también a la actuación de la Iglesia en el servicio de sus fieles”.
Los cristianos refugiados en el Kurdistán saben que pueden
contar en todo momento con los sacerdotes y las religiosas católicos. Su
entrega generosa les ha convertido en un punto de referencia para todos
los fieles. A petición de los mismos cristianos, la Iglesia se
ha visto empujada a construir varias iglesias, en containers adaptados
al culto. El P. Benoka explica: “¡Todo el mundo quiere ir a la
iglesia! (…) Hemos procurado asegurar la misa dominical y también la
misa diaria. Hemos querido y podido asegurar también toda la vida
pastoral de las personas, de nuestros fieles. Se puede decir que la
religiosa y el sacerdote están presentes momento a momento en la vida de
los desalojados. Si tienen necesidad de cualquier cosa, somos nosotros
el punto de referencia. Cuando hay problemas familiares, no van a
la policía, vienen a nosotros para resolver pacíficamente los
problemas. Esta es la situación de nuestro campo”.
El P. Benoka afirma: “Imaginemos donde no hay personas que puedan
dar esta actividad pastoral y espiritual a las personas, porque la
actividad pastoral y espiritual ayuda a resolver incluso problemas
psicológicos. No digo que la Iglesia es una institución perfecta. ¡No!
Nosotros somos hombres y tenemos nuestros fallos, hemos cometido también
algunos errores… Pero lo que ha hecho que nuestra gente se fíe
totalmente de nosotros, es que nosotros no hemos querido – ni queremos
ahora – dejarles solos”.
El P. Benoka concluye su intervención dirigiendo un serio
llamamiento a Europa. Si de verdad abrimos los ojos a la realidad que
nos rodea, no podemos decir que el P. Benoka sea un alarmista. El sacerdote iraquí afirma: “La
primera cosa es que guardéis bien vuestra casa, vuestra ciudad y
vuestra cultura. Pensemos en los centenares de miles de personas que
llegan a Europa, que están ahora dentro de Europa, millones y millones
de personas que no traen la cultura europea. Entonces, ¿qué será dentro de diez, quince o veinte años de la cultura europea? ¿Será una cultura europea? ¿Qué
quiero decir con cultura europea? Irak era de mayoría cristiana, como
España hace un tiempo, como Italia, como Alemania… Ahora somos una
pequeñísima minoría. También nosotros recibimos a otros en nuestra
ciudad y casas. Hoy en día somos una pequeña minoría, considerada como
¡nada!. Hemos sido echados fuera. En la Constitución ni siquiera se nos
tiene en cuenta. Imaginemos, la Constitución europea, si un día Europa tiene una mayoría islámica, ¿será
igual que hoy? ¡No, será igual que nuestra Constitución! Por lo que deberéis con el tiempo vivir y obedecer a una Constitución que no es parte de la cultura europea. Esto podría ser cualquier cosa, podría parecer la narración de una fábula. Pero nuestra experiencia afirma que esto que digo no es sino un dato de un hecho consumado, algo que nos ha pasado a nosotros. Todos los países hoy considerados islámicos y árabes, antes no eran árabes ni islámicos”.
igual que hoy? ¡No, será igual que nuestra Constitución! Por lo que deberéis con el tiempo vivir y obedecer a una Constitución que no es parte de la cultura europea. Esto podría ser cualquier cosa, podría parecer la narración de una fábula. Pero nuestra experiencia afirma que esto que digo no es sino un dato de un hecho consumado, algo que nos ha pasado a nosotros. Todos los países hoy considerados islámicos y árabes, antes no eran árabes ni islámicos”.
Finalmente, por si todavía queda alguna duda, el P. Benoka explica: “¿Qué
es el Daesh? ¿Qué es el ISIS? Muchos occidentales consideran al ISIS
como yihadistas. ¡No! Ellos son gente común, que simplemente quieren
imponer la ley de vivir según la ley islámica tal como esta es. Cogen
a Mahoma como ejemplo de vida. ¡Y punto! ¡Esto es el ISIS! El ISIS
como tal son personas comunes, son musulmanes normales. No han venido de
fuera de la tierra. Cuando hablan o cuando hacen cualquier cosa, lo
hacen basándose en el Corán”.
El P. Behnam Benoka, con su gran corazón de pastor, concluye diciendo: “Rezo por los cristianos de Europa, para que puedan defender su cultura y su identidad cristiana”.